Venezuela: Un año después del referéndum revocatorio ¿Qué peligros acechan a la revolución ahora?

El pasado15 de Agosto del 2004 el referéndum revocatorio para derribar al presidente venezolano Chávez de la presidencia fue aplastado rotundamente por la movilización de las masas – en especial en pobres ranchitos a través de las “unidades de batalla” y otras organizaciones de la “revolución bolivariana”. Este suceso dio paso a una nueva fase en el proceso revolucionario. No obstante, aunque las fuerzas de la oposición han sido considerablemente debilitadas, existe aún peligro de una contrarrevolución, según Christine Thomas después de su reciente visita a Venezuela.

La elección de Hugo Chávez como presidente en 1998 fue resultado del rechazo masivo por parte de los trabajadores, los pobres y partes de la clase media a la política neo-liberal implementada por el corrupto gobierno de la “Cuarta República”. Fue el populismo anti-imperialista y anti-neo-liberal de Chávez lo que radicalizó las capas más pobres de la sociedad venezolana. En él encontraron al líder político que los representaba y hablaba en su nombre, y no más en la rica oligarquía que había despilfarrado la riqueza petrolera de Venezuela, sumergiéndolos en una pobreza aún mayor. En su victoria vieron la posibilidad de que se realizasen sus expectativas sobre empleo decente, atención sanitaria, vivienda y educación.

Por su parte, la clase dominante de Venezuela y el imperialismo estadounidense temen a que las masas, revueltas y radicalizadas, ahora demanden medidas aún más radicales y pongan en peligro sus intereses. Estados Unidos en particular, teme a las consecuencias de la inestabilidad dentro del país que provee más del 15% de su consumo de petróleo.

El referéndum revocatorio del año pasado fue el tercer intento de la oposición de la clase dominante venezolana, respaldado por el imperialismo estadounidense, de derrocar a Chávez y aniquilar toda potencial amenaza que el movimiento pudiera representar para Venezuela y toda Latinoamérica. Pero todo intento contrarrevolucionario – golpe militar del 11 de Abril del 2002, dos largos meses de “huelga” patronal junto con el intento de sabotaje económico al final del mismo año y el referéndum revocatorio – ha sido bloqueado por acción de masas pobres y trabajadoras, las cuales en respuesta se radicalizaron aún más y elevaron sus expectativas. En período posterior al referéndum, la balanza de las fuerzas se inclinó temporalmente hacia el lado de las masas. De todas estas derrotas, las fuerzas de la oposición – la élite rica, los corruptos partidos políticos y líderes sindicalistas, la iglesia católica, etc. – salieron desmoralizadas y fragmentadas.

Al principio, incluso Chavéz buscó un modo de acomodar a la oposición, invitándoles a trabajar junto con él para reconstruir el país. Sin embargo, ante la presión de los trabajadores y los pobres se fue distanciando en dirección opuesta, llamando socialista por primera vez a la revolución bolivariana, avanzando en la reforma agraria y llevando a cabo las primeras nacionalizaciones de su régimen, al mismo tiempo que incrementaba tanto su retórica antiimperialista, anti-estadounidense y sus actividades en la región. Este giro hacia la izquierda alarmó a la clase capitalista venezolana y al imperialismo de EEUU que temieron que las masas, cuyas expectativas seguían creciendo, radicalizasen aún más a Chávez e hiciesen peligrar seriamente sus control económico, que a pesar de ciertas usurpaciones seguía en su mayor parte inalterado.

Recientemente, la administración estadounidense ha lanzado mordaces ataques verbales hacia Chávez, acusándolo de respaldar terroristas en Colombia y fomentar malestar en Bolivia, Ecuador y toda América Latina. La secretaria de gobierno de EEUU, Condoleezza Rice, describe a Chávez como “la mayor amenaza para toda la región”.

Las cada día más fuerte relaciones económicas de Chávez con Cuba, donde Venezuela provee petróleo barato a cambio de doctores cubanos, etc., han conseguido romper efectivamente el embargo estadounidense y tenderle al régimen de Fidel Castro el tan necesitado salvavidas económico desde la desaparición de la Unión Soviética, su mayor respaldo económico.

Asimismo, Chávez es considerado el mayor obstáculo en la estrategia de EEUU para convertir Colombia en su base de poder dentro de la región desde donde defender los intereses estadounidenses en Latinoamérica.

Es más, Chávez ha estado buscando otros mercados internacionales para exportar el petróleo venzolano, firmando acuerdos con China, Rusia, Irán y otros países de América Latina. También, amenazó que tomaría represalias contra la agresión de EEUU cortando los suministros de petróleo y declarando en la Conferencia Internacional de la Juventud, mantenida el pasado Agosto en Caracas, que el mercado norteamericano no es vital para Venezuela.

A pesar de toda esta retórica anti-imperialista, el imperialismo estadounidense quiere asegurarse que su suminsitro de petroleo no peligre precisamente ahora cuando ya se está enfrentando a una situación inestable en Irak. Pero, su espacio de maniobra está muy reducido. La debilidad de la oposición junto con los masivos ingresos del petróleo a disposición de Chávez para financiar reformas sociales que beneficien a pobres – la base de su apoyo social – hacen que las fuerzas sociales contendientes se encuentren ahora en un punto muerto que bien podría durar un periodo de tiempo.

Una invasión de Venezuela por parte de las fuerzas estadounidenses esta fuera de cualquier posibilidad. Irak ha puesto en evidencia las limitaciones de la hegemonía global de los EEUU. Aún si las fuerzas militares estadounidenses no estuviesen tan estiradas como lo están hoy, una invasión seria una opción demasiado arriesgada pues desataría olas de resistencia en todo el continente americano. Por este motivo, EEUU se vieron obligados a buscar un modo mas indirecto, contando con y trabajando a través de la oposición venezolana y fuerzas reaccionarias de la derecha colombiana. Asi en diciembre del año pasado, las fuerzas colombianas, junto con secciones de las fuerzas de seguridad venezolanas, intervinieron directamente en Venezuela secuestrando al líder de la organización de guerrillas FARC dejando entrever que el modo de que podrían crear miedo y fomentar la inestabilidad dentro del país.

No cabe duda de que secciones del gobierno de EEUU apoyaron al fundamentalista de la derecha cristiana, Pat Robinson, cuando éste demandó recientemente el asesinato o el secuestro de Chávez como la manera de cambiar el régimen. Este tipo de acciones no se pueden descartar del todo. Pero hasta el momento, cualquier intento reaccionario tan solo consiguió impulsar hacia la izquierda el proceso revolucionario y cualquier acción prematura podría hacer que las masas se radicalicen aún más.

El equilibrio de poder

Las secciones mas pensadoras y serias de la oposición han llegado a la conclusión de que, habiendo sido derrotados en todos sus intentos por el apoyo dee las masas pobres hacia Chávez, no les queda otra alternativa mas que convivir con él. En esta situación de equilibrio de poder cualquier paso contrarrevolucionario en el corto plazo provocaría, al igual que los fracasos anteriores, la radicalización del movimiento que amenazaría aún más su control de la economía y del aparato del gobierno. “Tenemos que morder el polvo de la derrota” dijo el gobernador del estado de Zulia poco días antes del referéndum. Las dos Venezuelas han de reconciliarse, Venezuela no puede seguir en conflicto” declaro el líder de Fedcamaras, la principal organización de los jefes.

A pesar de haber adoptado recientemente un tono anti-Chavez más estridente, el gobierno de los EEUU ha optado por una similar estrategia a largo plazo, la de desgastar y agotar el proceso revolucionario hasta encontrar otro momento mas favorable para lanzar ofensivas mayores contra Chávez.

Sin embargo, al menos que la clase trabajadora y los pobres decidan romper definitivamente con el capitalismo y establecer un gobierno democrático de los trabajadores, la contrarrevolución acabará por imponerse tarde o temprano. Esto podría presentarse bien en forma extra-parlamentaria, un exitoso golpe de estado, como sucedió en Chile en 1973, o unas elecciones “democráticas”, al igual que en Nicaragua en 1990. Una victoria en cualquier forma significaría el desastre para las masas venezolanas.

La clase trabajadora y los pobres deben aprovechar urgentemente este “respiro” para construir un partido revolucionario que cree programas para seguir avanzando el movimiento y complete la revolución social.

Desde el punto de vista electoral, las fuerzas de la oposición dentro de Venezuela están totalmente divididas, con una parte abogando por la abstención y la otra pidiendo una lucha electoral. Viendo como les ha ido, sufrieron una derrota tras otra. Después de las elecciones en octubre del 2004, han pasado a controlar tan solo 2 de los 23 estados del país y han perdido el control de la capital, Caracas. En las elecciones locales y municipales, celebradas el 7 de Agosto de este año, ganaron menos del 20% de los asiento electorales.

El principal periódico, propiedad de opositores derechistas que apoyaron a las fuerzas reaccionarias desde el primer momento, publicó artículos para recordar el aniversario del referéndum revocatorio. Se centraron en lo que consideran una necesidad urgente de la oposición, “desmoralizada, desorientada y falta de un líder” (El Nacional), la unión para presentar una alternativa electoral creíble a los Chavistas. Con elecciones parlamentarias a finales de este año y las elecciones presidenciales en diciembre del 2006, la oposición se ganará nuevas derrotas electorales.

En los sondeos, Chávez ha estado obteniendo niveles de aprobación de hasta el 70%, algunos de los más altos de su presidencia. ¡Durante el Festival Internacional de la Juventud habló muy confiado de permanecer en la escena política hasta el 2030! Su confianza se vio fortalecida por las victorias electorales sobre la oposición y los altos precios del crudo en los mercados mundiales. El petróleo representa actualmente el 85% de las exportaciones de Venezuela, un cuarto de su PIB y más de la mitad de los ingresos del gobierno. En 2004, las exportaciones del petróleo generaron un ingreso de 29 billones de dólares, bastante por encima del los 22 en 2001, cifras que prometen subir este año.

Esta masiva bonanza de petróleo permitió a Chávez mantener y aumentar los gastos en las “Misiones”, los programas de reforma del bienestar social que comenzaron en 2003 y están orientados sobre todo hacia las capas más pobres. Los beneficios son visibles en las calles de las áreas más pobres de Caracas. Una nueva reluciente clínica de salud o el supermercado estatal Mercal, que vende alimentos básicos subsidiados, resaltan entre los desmoronados edificios e infraestructuras de los ranchito – las ciudades de chabolas, corroídas por la pobreza que contrastan con la opulencia de áreas como Altamira que alberga a la elite rica.

De acuerdo con las estimaciones del gobierno, 300.000 venezolanos han salido del analfabetismo (9% de ellos mayores de 10 años), dos millones han atendido las clases de educación primaria, secundaria y universitaria, y 17 millones tienen acceso a los cuidados primarios de atención sanitaria pública gracias a las Misiones.

A pesar de las evidentes ganancias sociales, millones de venezolanos siguen sumergidos en la pobreza más desesperada. Desde el 54% en el 1999 el porcentaje de hogares pobres subió hasta el 60% en el 2004. Aunque el gobierno controle los precios de los alimentos básicos, la inflación varía entre 15% y 20% y una de cada dos personas no tiene una vivienda adecuada. Según una encuesta reciente, el desempleo es el principal problema social. Ha habido un incremento de empleo a través de iniciativas como “Vuelvan Caras”, creación de puestos de trabajo por parte del estado, principalmente en cooperativas y pequeñas empresas. Sin embargo, un 14% de la población sigue sin trabajo y millones están obligados a la explotación y la inseguridad del sector informal de comerciantes callejeros, conductores de taxi, etc.

Peligros inherentes

Si este es el estado de la mayoría de los trabajadores y pobres en tiempos de precios de petróleo tan altos, queda claro que las expectativas de las masas nunca se verán cumplidas dentro del marco capitalista. La revista británica de la derecha, The Economist, describió acertadamente la situación: “Si, y cuando los ingresos del petróleo caígan, la economía mundial se sumergirá en un infierno de recesión e inflación” (25 de Agosto del 2005)

Y esto es lo que pasó en Nicaragua. Después de la revolución del 1979 que derribó al odiado dictador Anastasio Somoza, los Sandinistas tomaron control del aparato del gobierno. Nacionalizaron el 40% de la economía pero el resto permaneció en las manos de la clase capitalista que hizo uso de este poder para sabotear la economía. Junto con la resistencia clandestina, llevada a cabo por el imperialismo estadounidense, la economía se desmoronó en una profunda crisis, la tasa de inflación subió hasta el increíble del 3600% y el estándar de vida cayó un 90%. Con las masas agotadas y desmoralizadas por la crisis económica, la derecha derrotó a los Sandinistas en las elecciones del 1990 e implantó desde entonces su política neo-liberal en contra de los trabajadores y los pobres. A menos que la clase trabajadora de Venezuela expropie los monopolios que aún están en las manos del capital extranjero e implemente un plan de producción, dirigido y gestionado democráticamente por los trabajadores, la crisis económica y la no satisfacción de las necesidades de masas llevaran a la desmoralización y desmovilización del movimiento, abriendo el camino a la victoria reaccionaria. Esta derrota acomodaría una nueva era de represión brutal por parte de la clase dominante para recuperar el control total de la economía y del gobierno, destruyendo los derechos de los trabajadores y las organizaciones de la clase trabajadora y los pobres.

La alta tasa de abstención (70%) en las elecciones locales y municipales del pasado mes de agosto fue una advertencia para el futuro. Es cierto que históricamente la participación ha sido baja en las elecciones locales y no fue considerado relevante por la mayoría de los venezolanos. Una parte de la oposición estaba también animando a la población a no votar. No obstante, el nivel de abstención en las áreas pro-chavistas fue muy alto, a pesar de que el mismo Chávez había enfatizado la importancia de un alto apoyo de su seguidores.

Y aunque en las elecciones parlamentarias y presidenciales se esperan mayores niveles de participación electoral, ya aparecen señales de descontento entre las filas del movimiento bolivariano. Algunos activistas no vieron con buenos ojos la sustitución burocrática implementada desde arriba de activistas locales por candidatos desconocidos dentro de las comunidades. En las elecciones para gobernadores y alcaldes en Octubre del pasado año, los candidatos separatistas se opusieron a los candidatos oficiales chavistas. En las elecciones locales, los partidos pro-chavistas percibidos como más radicales, como por ejemplo el Partido Comunista Venezolano y el movimiento Tupamaros, ganaron más votos en algunas zonas.

El descontento, allá donde existe, por lo general no está dirigido hacia Chávez, quien aún disfruta de gran autoridad y apoyo de las masas, sino hacia la “burocracia” que lo rodea y que con su ineficiencia, corrupción y consciente sabotaje actúa como freno de reformas radicales. Una mujer en la protesta contra las acciones de un líder local en el estado de Anzoategui resumió muy bien el sentimiento de buena parte de los activistas: “Señor presidente, abra los ojos…muchos de los que le rodean le están engañando. Escuche la voz del pueblo”. (El Nacional)

El mando del movimiento Bolivariano es extremadamente heterogéneo. En términos generales, un ala reflexiona sobre el humor de las masas, está más en contacto con el pueblo y bajo presión para seguir el camino de reformas radicales. EL otro, reformista y pro-capitalista, dentro del que algunos tienen conexiones con la oposición, está intentado a cada paso retener el movimiento e impedir su mayor radicalización. Esta división se agudizó más aún tras el fracaso del referéndum revocatorio. Chávez ha tenido que buscar un equilibrio entre las distintas fuerzas de la sociedad. Su reciente “desplazamiento” hacia la izquierda fue respuesta a la petición de las masas por una acción más radical. Firmó un decreto para poner a la papelera VENEPAL en bancarrota en manos del gobierno, después de que los trabajadores y la comunidad local iniciasen una determinada lucha, ocupando la fábrica y pidiendo su nacionalización.

Desde enero, Chávez ha denominado a la revolución bolivariana “socialista”. Esto es una novedad significante. La idea del socialismo está comenzando a adentrarse en la consciencia de muchos estudiantes, trabajadores y pobres. En una reciente encuesta del Instituto Venezolano de Análisis de Datos, el 47.8% de los encuestados declaró que preferirían un gobierno socialista mientras que solo una 22.7% optó por uno capitalista.

No obstante, Chávez no tiene una idea clara del significado del socialismo, y menos de como llegar hasta él. Habla vagamente del “socialismo en el siglo XXI” como una “nueva” clase de socialismo, pidiendo a la gente despojarse de sus viejos conceptos del significado del socialismo. Esto se puede interpretar como un rechazo al Stalinismo. A la vez, está fortaleciendo sus lazos económicos y diplomáticos con Castro. Alaba el maravilloso sistema de atención sanitaria cubano, del que ya muchos venezolanos se están beneficiando a través de médicos cubanos que trabajan en Venezuela, formación de médicos venezolanos y pacientes transportados a Cuba para intervenciones quirúrgicas. El sistema sanitario público es sin duda un logro significante de la revolución cubana y de la economía planificada. Sin embargo, Chávez está completamente falto de sentido crítico hacia la naturaleza burocrática del régimen de Cuba y la ausencia de una verdadera democracia de trabajadores.

¿Otra Cuba?

Podría Chávez llegar a ser un “segundo Castro”, luchando hacia el derribo del capitalismo y el patronaje, mientras la clase dominante venezolana y el imperialismo estadounidense permaneces sumidos en el miedo? Teóricamente, esta perspectiva no se podría descartar del todo. Cuando Castro llegó al poder en 1959, no procedió a nacionalizar la economía conscientemente sino que este fue un camino que siguió empíricamente como respuesta al bloqueo de los EEUU y la presión de las masas cubanas. Pero dado que la clase trabajadora no estaba encabezando conscientemente la revolución, el resultado fue un gobierno de trabajadores “deformado”, en el que el capitalismo y el patronaje habían sido eliminados pero donde la sociedad seguía controlada desde arriba por un sistema burocrático.

Con la desaparición de la Unión Soviética, el contexto internacional actual es muy diferente del de la revolución cubana, en el que Cuba disfrutaba de ayuda material de la burocracia soviética por sus propias razones estratégicas. Aun así, no sería irracional pensar que en respuesta de la provocación contrarrevolucionaria o una severa crisis económica, el pueblo venezolano espontáneamente se apoderase de las fábricas y las tierras forzando así a Chávez a nacionalizar gran parte del aparato económico. Un régimen como este sería extremadamente inestable.

Indudablemente, la revolución sería derrotada en algún momento por las fuerzas reaccionarias, a menos que la clase trabajadora fuese consciente del papel que habría de jugar, no solamente expropiando a la clase capitalista sino también formando sus propios comités elegidos democráticamente. Estos serían necesarios para dirigir la industria, implementar un plan democrático de producción y de crear las bases para el gobierno de los trabajadores con un plan para extender la revolución por toda América Latina e internacionalmente. Estas son las razones por las que la lucha por una genuina clase trabajadora y política exterior internacionalista es tan importante ahora mismo. Fortalecería los lazos económicos con Cuba pero habría que utilizar esos vínculos para fomentar una verdadera democracia de los trabajadores y expandir la revolución internacionalmente, como único medio para defender las victorias ya logradas. Una política socialista e internacionalista también alimentaría la idea de la federación de Venezuela y Cuba. Presuponiendo total participación de la clase trabajadora, esto permitirá utilizar los puntos más fuertes de ambas economías para maximizar las mejoras de las condiciones de la clase trabajadora. Actuaría de baluarte contra los intentos del imperialismo estadounidense de minar la revolución y serviría de ejemplo a otros para demostrar lo que se podría lograr con una democrática planificación socialista.

La reacción de Chávez a futuros evento, tendrá un gran impacto sobre el desenvolvimiento de los sucesos, particularmente en el caso de un derrumbe económico. De momento, él esta respondiendo limitadamente a la radicalización de las masas y podría seguir ese camino. Desafortunadamente, existen muchos ejemplos de líderes honestos que, enfrentados con la lógica del mercado capitalista, pasaron a ahogar las “excesivas demandas” de los trabajadores a pesar de tener buenas intenciones

Siendo de momento las otras opciones más arriesgadas, una sección de la clase capitalista. venezolana se está inclinando hacia el ala pro-capitalista del movimiento, para poner freno a reformas radicales y retroceder los logros de la clase trabajadora y pobre, todo con el objetivo de allanar el camino para la derrota del proceso revolucionario y la victoria contrarrevolucionaria.

Es cierto que los pro-capitalistas bolivarianos no tienen la misma autoridad entre la clase trabajadora y pobre que tenían los Sandinistas en Nicaragua tras la revolución del 1979 o los partidos Socialista y Comunista en Portugal en 1975 para retener la revolución. Por ello, si la clase trabajadora venezolana no completa la revolución y la desmoralización y agotamiento se asientan en la sociedad, este ala frenara el movimiento y creará las bases para el triunfo de la reacción capitalista.

La sección pro-capitalista del movimiento Bolivariano deja muy clara su definición del “socialismo”: economía mixta en la que existen algunas cooperativas y empresas estatales pero donde la principal palanca económica descansa en manos de las clases capitalistas venezolana y extranjera. Chávez habló recientemente sobre la investigación de expropiación de entre 136 y 1.149 compañías. No obstante, la mayoría de estas están ya en bancarrota o a punto de estarlo. El mismo Ministro de Industria declaró claramente que la nacionalización tendrá lugar tan solo en casos extremos, que no habría una ola de expropiación y que las fábricas capitalistas podrían coexistir con la producción social.

De un modo similar, la toma de 13.000 hectáreas de fincas ganaderas pertenecientes a Lord Vesty marcó el comienzo de la reforma agraria. Anteriormente, solamente tierras estatales habían sido distribuidas a los pobres de zonas rurales. Pero ahora mismo, solamente tierras improductivas son tomadas en consideración para la expropiación por el gobierno. No obstante, 158 campesinos han muerto desde que la Ley Agraria fue aprobada en el 2000, demostrando así como hasta muy limitadas reformas serán brutalmente resistidas por los patrones, a veces ayudados por paramilitares derechistas colombianos.

Medidas parciales

Vestidas del lenguaje revolucionario, las cooperativas están siendo promovidas como embriones de la sociedad socialista. En los últimos seis años 79.000 cooperativas han sido creadas especialmente en los sectores agrario y de servicios. Han tenido efecto positivo sobre la reducción del desempleo pero esto solamente puede ser temporal. Estas cooperativas están competiendo en el mercado capitalista con empresas privadas y serán devastadas en una crisis económica. En la realidad, muchas cooperativas funcionan igual que las compañías privadas, explotando a la mano de obra y negándoles sus derechos a los trabajadores. Hay numerosos ejemplos de empresarios privados que disfrazan sus compañías de cooperativas para obtener capital público.

Del mismo modo, Chávez está fomentando la gestión conjunta de industrias estatales, y ahora privadas. “Esto es revolución. Esto es socialismo.” declaró recientemente mientras ofrecía créditos a bajo interés a pequeños empresarios de compañías privadas que accediesen a incluir representantes de trabajadores en sus juntas directivas. Pero una vez mas, el Ministro de Industria articuló como la gestión conjunta, o participación de trabajadores, se utilizará como medio para engañar a los trabajadores, incrementar la explotación y estimular los beneficios de la clase capitalista, al igual que en otro países como Alemania. “Existe una interpretación distorsionada de lo que significa la gestión conjunta. La idea es incorporar a los trabajadores en la gestión y no en la propiedad e impedir tensiones innecesarias y contradicciones”. (El Nacional)

No queriendo enfrentarse a al poder estatal y económico de los capitalistas, Chávez está implementando controles parciales e intentado rodear las existentes estructuras económicas y el aparato estatal.

Así, adicionalmente a las cooperativas, ha creado una línea aérea, una compañía telefónica, una estación de televisión y supermercados estatales que venden productos de consumo básico hasta un 30% más baratos que en el sector privado. Todos estos son intentos de rivalizar con los monopolios privados existentes. Sin embargo, estas y otras medidas parciales, como el control de precios de alimentos básicos y tasas de cambio, no hacen mas que enfurecer a la clase capitalista y reforzar su determinación para impedir usurpaciones futuras de su poder estatal y económico.

Al mismo tiempo, dejando los grandes monopolios privados, bancos, instituciones financieras, periódicos, etc. en manos privadas es imposible planear democráticamente la economía para satisfacer las necesidades de las masas. La clase capitalista permanecería en su posición para sabotear la economía y minar el movimiento.

Ha habido cierta reorganización en lo alto del ejército, el poder judicial, el colegio electoral y otras instituciones estatales. Pero sin la elección y el derecho a revocar a todos los oficiales del estado, y sin un partido socialista de las masas como constante supervisor del estado, se pueden generar nuevos puntos de reacción capitalista incluso entre los oficiales pro-chavistas. La clase capitalista hará todo lo posible para invertir las medidas que están siendo introducidas a petición de las masas. Está utilizando los medios de comunicación y presionando al ala pro-capitalista del gobierno de Chávez a perseguir políticas económicas y sociales más “realistas” para ganarse a los cuatro millones de personas que votaron en contra de Chávez en el referéndum revocatorio y para “no alienar” a la inversión extranjera.

El mismo Chávez ha alentado la empresa conjunta del capital extranjero y la industria estatal del petróleo, PDVSA. De hecho, las multinacionales ya representan el casi 50% de la producción total de petróleo, mientras la producción de PDVSA ha bajado la mitad desde que Chávez fue elegido por primera vez en el 1998. Es posible que incluso un gobierno de los trabajadores estuviese tentado a firmar acuerdos económicos y comerciales con los países capitalistas y empresas de capital extranjero si se demora la expansión internacional de la revolución. Y esto se conseguiría a base de un plan democrático de la producción, el monopolio estatal del comercio exterior y política conscientemente dirigida a extender la revolución apelando a la clase trabajadora internacional.

A base de políticas de preservación del capitalismo, la inversión extranjera y los tratados de comercio serían utilizados para descarrilar y minar la revolución. Fue una advertencia para el futuro cuando Chávez llego a un acuerdo sobre armas con el gobierno español, el Ministro de Asuntos Exteriores de España defendió el acuerdo contra la critica de los EEUU diciendo: “El papel de España en Venezuela de poner freno a los sueños de Chávez de extender la revolución bolivariana a otros países de la región podría ser satisfactorio para Washington”. (El País, 9 de Mayo)

La organización de los trabajadores

La clase trabajadora es, gracias a su papel en el proceso productivo y su potencial poder colectivo, la clave para llevar a acabo la revolución social y derrotar las fuerzas reaccionarias. Pero a pesar de que ha estado envuelta en el movimiento de las masas en los momentos cruciales, tan solo ha sido un “jugador” entre otros muchos. La clase trabajadora no es todavía consciente de su poder ni de su responsabilidad a la hora de liderar a las masas hacia la transformación de la sociedad. En diferentes momentos del tiempo, Chávez encontró su apoyo y alentó la participación de las masas, aunque siempre dentro de estrictos límites. Sin un programa claro para el avance de la revolución, el movimiento corre el riesgo de la estagnación y desmovilización. Además, Chávez nunca animó la actuación independiente de la clase trabajadora. Por ejemplo, durante una reciente huelga de trabajadores del Metro de Caracas, uno de los consejeros de Chávez demando la prohibición de los huelgas en el sector público. Chávez amenazó con enviar a la Guardia Nacional para enfrentar a los huelguistas.

La principal tarea de un partido revolucionario en Venezuela no es la de aconsejar a Chávez como liderar una revolución. Es la de fortalecer y extender la organización de la clase trabajadora y de representar y sacar adelante sus demandas para aumentar su confianza en su propio poder para cambiar la sociedad y su entendimiento de lo que ha de ser hecho en cada fase del proceso revolucionario. Esto incluiría demostrar como los capitalistas utilizaran la gestión conjunta para cumplir sus propios intereses.

Significaría levantar y fortalecer los comités de trabajadores que implementarían genuino control y gestión de los lugares de trabajo por parte de los mismos trabajadores, como un paso hacia la planificación democrática de toda la economía.

Elementos del control de los trabajadores ya existen en algunos lugares. En ALCASA, la planta estatal de aluminio, por ejemplo, los trabajadores elijen a los gerentes quienes siguen cobrando su propio sueldo anterior y pueden ser sustituidos. Una reciente reunión nacional de trabajadores convocada para discutir el tema de la gestión conjunta y el control de los trabajadores llegó al siguiente acuerdo: “Incluir en las propuestas para la gestión conjunta revolucionaria que las compañías deben ser de propiedad estatal, sin distribución de acciones a los trabajadora, y que cualquier beneficio será distribuido de acuerdo con las necesidades de la sociedad a través de los consejos de planificación socialista. Se debe entender como consejos de planificación socialista a cuerpos que implementan las decisiones tomadas por los ciudadanos en las asambleas”.

Un verdadero programa socialista revolucionario demandaría la democratización de las organizaciones de la revolución bolivariana, la formación y extensión de los comités democráticos de trabajadores y la vinculación de estos con comités elegidos en las comunidades y las filas de las fuerzas armadas, a nivel local, estatal y nacional.

Adicionalmente, se necesita formar las fuerzas de defensa de los trabajadores para apoyar el movimiento contra la reacción. Chávez ha reconocido la necesidad de defender la revolución contra la agresión imperialista y está doblando las reservas militares y formando “unidades de defensa popular” en lugares de trabajo y en el campo. Pero estas estarán bajo su mando personal y no bajo control democrático de las organizaciones de la clase trabajadora y pobre.

La solidaridad de los trabajadores en el resto de América Latina e internacionalmente es asimismo un medio vital de defensa. A su manera personal, Chávez también es internacionalista. Imitando a su héroe, Simón Bolívar, se ve a si mismo como el líder de la alianza anti-imperialista en Latinoamérica y está utilizando el petróleo y los ingresos de este para promover sus objetivos. Entre recientes iniciativas figuran Telesur, una compañía de televisión continental, y Petrosur y Petrocaribe, tratados con varios países de Latinoamérica y del Caribe que recogen la exportación, explotación y refinamiento del petróleo. También ha usado el dinero del petróleo para pagar la deuda exterior de Argentina y Ecuador, en solidaridad contra los mercados internacionales de dinero.

Pero la principal orientación de Chávez ha sido más bien hacia los líderes neo-liberales en lugar de apelar a la clase trabajadora y pobres. Por ejemplo, el presidente brasileño Lula ha aprobado políticas contra la clase trabajadora y su propio partido esta envuelto en un serio escándalo de corrupción. Aun así, en una reciente visita Chávez alabó a Lula y rechazó las alegaciones de corrupción como una mera conspiración derechista. Aparte de esto, no ha declarado nada en apoyo a la nueva formación socialista en Brasil, P-Sol.

Chávez es acusado por el imperialismo por exportar la revolución a otros países latinoamericanos.

Pero cuando los trabajadores de las plantas de petróleo en dos estados de Amazona en Ecuador declararon la huelga, demandando que más recursos fuesen invertidos en las comunidades locales que las petroleras extranjeras fuesen expulsadas del país, Chávez se puso del lado contrario de la huelga prestando petróleo al gobierno Ecuatoriano para compensar la “interrupción” en el suministro que estaban causando los huelguistas.

Por el contrario, después del huracán Katrina pudimos entrever como se podía perseguir una verdadera política de la clase trabajadora y solidaridad internacional. Como Chávez, un gobierno democrático de los trabajadores habría ofrecido ayuda inmediatamente dejando al descubierto como el capitalismo pone el beneficio privado por delante de las vidas de los más pobres de la sociedad y como hoy el imperialismo de los EEUU es totalmente incapaz de satisfacer las necesidades de los trabajadores estadounidenses en tiempos de crisis y en tiempos “normales”.

Al mismo tiempo, establecería vínculos con la clase trabajadora y organizaciones comunitarias en los EEUU para promover el control democrático de la distribución de la ayuda en zonas afectadas, incrementando la confianza y la conciencia de la clase trabajadora estadounidense.

América Latina es un continente en revuelta. Una revolución socialista democrática con éxito en Venezuela tendría un impacto eléctrico sobre la clase trabajadora y los pobres de toda la región, incluyendo los Estados Unidos. Por lo tanto, la clase trabajadora venezolana se enfrenta ahora al reto de construir y fortalecer sus organizaciones, incluyendo la creación de un partido revolucionario de las masas cuyo programa aseguraría que en una lucha entre revolución y contrarrevolución, prevalezcan las fuerzas de la revolución.

Traducido por Elma Johnson, EEUU  

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